El ser humano y su misión en el mundo.


¿Algunas veces te has preguntado que hacemos aquí?
¿Porqué nos tocó vivir en dónde estamos?
Sencillo:

Son pruebas de la vida y el arte de vivir y el de disfrutar quizás.
¿Cuántas veces no nos ponemos a pensar en las riquezas y en los bienes que necesariamente deben de ser de nosotros?.
Y que rara las veces pensamos en nuestra familia, en nuestro bienestar espiritual y sentimental.
Hoy la mayoría de la gente no son más que lobos salvajes viendo qué o a quién cazar.
Maltratando al noble. Inflando los bolsillos del arrogante burgués.
Hoy por hoy el mundo está penetrado por los poderes falsos, por arrogancia insólita y por hambres verdaderas; qué nunca van a cambiar.
Alimentan el hambre con miedo y delincuencia.
Secuestran la alegría y la paz.
Matan esperanzas de un país, de un sueño.
La gente más enferma.
Suicidios, homicidios, acoso sexual...
¿Cuánto tiempo más se podrá vivir así?
Con una impotencia de injusticia.
Quejándonos del gobierno, de la seguridad.
No apoyándonos, maltratándonos y odiándonos.
Arriesgándonos nosotras las mujeres a caminar a soportar miradas acosadoras que nos producen náuseas de miedo. Vestirnos aburridas; y no lucir nuestro cuerpo.
La población entera siguiendo un régimen estúpido.
Los artistas peleando para rescatar la libertad de expresión aunque la mayoría de las veces no las utilizamos pero sabemos que al menos eso es libre, cómo nosotros quisiéramos serlo.
Quitarles a los niñas esas pistolas de juguete que enriquecen a su pequeña mente a ser asesinos y ganar dinero a base de sangre inocente.
Dar cariño a los animales, compañeros de nuestro ecosistema, abrigarlos con nuestros cuidados y arrojar el hecho de que se les quite la piel para gente con pesos demás.
Soñar con un futuro, bueno y estable no a base de promesas de movimientos políticos.
Esto, es un verdadero enlistado de las grandes misiones del ser humano, no de un buen ciudadano, ni un buen estudiante o hijo.
Un ser humano, con defectos y virtudes.
De alguien normal.
Que tenga hambre de luchar y de elevar sus esperanzas más arriba del cielo, más duras que una piedra y profundas cómo el mismísimo mar que no esté repleto de petróleo.
Menos sangre, más vidas.
Menos feminicidios, más flores.
Menos abusos, más arte.
Y ni hablemos de guerras...

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